"La problemática con respecto al aborto no pasa por legalizarlo o ilegalizarlo. Hay muchas asuntos legales que no se cumplen y otros tantos ilegales que se cumplen al margen de la ley".
David Maco.
Abogado.

Una historia y una propuesta

Primero la historia. No es mía (pertenece a Walter Block) y tampoco tengo a la mano el texto donde la leí para poder citarla textualmente (está en el libro «Defendiendo lo Indefendible»). Es más, en honor a la verdad, tampoco recuerdo la historia al pie de la letra, por lo cual, es probable que falte algún detalle menor. Sin embargo, la esencia del relato se encuentra aún fresca en mi memoria y, lejos de lamentar no poder ser fiel al autor, aprovecharé para hacer un par de matices por cuenta propia:

Débora es dueña de una aeronave capaz de realizar vuelos de largas distancias. Un día X, decidió invitar a un grupo de amigos a visitar un país cercano a bordo de su avión y, durante el vuelo, sucedieron dos cosas:

Primero, ya cuando se encontraban sobrevolando el mar, Débora DECIDIÓ que el viaje le era muy agradable, pero los acompañantes no tanto; por lo cual, les pidió que se fueran. Que desembarquen en el acto. Por desgracia, la situación era complicada ya que la aeronave no contaba con paracaídas. Pero a ella eso poco le importó e insistió a sus amigos para que desembarquen. Su único argumento: «estoy ejerciendo mi derecho de propiedad sobre esta aeronave». Lógicamente, se enfrascaron en una discusión.

En un segundo momento, en medio de la discusión entre Débora y sus amigos, ella descubrió que tenía un intruso en el avión (un polizón). Alguien que había estado limpiando el aparato, quedó dormido e INVOLUNTARIAMENTE emprendió el viaje. Por supuesto, ella le increpó su presencia y exigió también su salida inmediata. Su argumento ahora -según ella- tenía mucha más fuerza porque «a este ni se le había invitado en un primer momento». El debate se tornó más acalorado. 

Con el pasar de las horas, los ánimos se calmaron, nadie fue expulsado del avión y Débora pareció más abierta al diálogo. Finalmente, alguien con algo de sensatez explicó algunas cuestiones esenciales con respecto al DERECHO DE PROPIEDAD: 

1) cuando ella invitó a sus amigos, se comprometió a llevarlos hasta el país X, por lo cual, por mucho que se arrepintiese en camino al lugar, ELLA SABÍA LO QUE HACÍA AL INVITARLOS Y EL COMPROMISO QUE ASUMIÁ. No había derecho a reclamar desembarco.

2) Es cierto que la persona de la limpieza se encontraba en el avión SIN INVITACIÓN PREVIA, lo cual no la obligaba a llevarlo a ningún lugar, pero dadas las circunstancias, ella estaba obligada a hacerlo hasta la primera oportunidad de desembarque SEGURO ya que de por medio estaba el derecho a la vida de este personaje, cuestión mucho más importante y que demandaba limitar el derecho de propiedad de Débora. Una suerte de lo que en derecho se llama “servidumbre”.

Es así como ella entendió sus obligaciones, la razón de ser del tener que limitar su derecho de propiedad en determinadas situaciones y todos llegaron a «puerto seguro» en pocas horas. Todos felices y nadie muerto.

Conclusión: No es difícil entender lo que quiero transmitir. Solo hay que extrapolar esta historia al “derecho a abortar» que tendrían las mujeres y caeremos en cuenta de que ese supuesto derecho no es tan claro y absoluto como pareciera en un primer momento.

En segunda instancia, tengo un propuesta: la problemática con respecto al aborto no pasa por legalizarlo o ilegalizarlo. Hay muchas asuntos legales que no se cumplen y otros tantos ilegales que se cumplen al margen de la ley. En ese sentido, fuera de buscar soluciones en una ley o texto normativo, tenemos que buscarlas en la realidad. Hay que cambiar conductas con base en los incentivos.

Para entender la solución que pretendo hay que tener claras dos cosas: 

1) Ningún padre es dueño de su hijo, y

2) Los padres lo único que tienen sobre sus hijos es el derecho de crianza.

Qué propongo. Una solución de mercado. Habilitar la «compra-venta del derecho a criar a los hijos». Es decir, si una mujer da a luz y no desea tener el bebé -o incluso puede hacerlo antes de alumbrar- puede vender este derecho de crianza a un tercero. Con lo cual se consigue que esta no cargue con un derecho que no quiere, a la par que consigue una contraprestación por llevar el embarazo, y a su vez se otorga este derecho a alguien que sí lo quiere y está dispuesto a pagar por él. Algo simple: encontrar demandantes y oferentes. Todos ganan. 

Por supuesto, en la realidad vamos a encontrar mujeres que no deseen el embarazo por razones X , ni siquiera si fueran a recibir una contraprestación a cambio (embarazo por violación, por ejemplo). En ese caso, ya que la mujer deberá posponer su proyecto de vida y no ejercer plenamente su derecho de propiedad sobre su cuerpo (al encontrarse en una suerte de servidumbre), igual podrá encontrar en la contraprestación una indemnización a su daño, con lo cual, sí bien es cierto, aún debió cargar con el feto no deseado por nueve meses, al menos recibirá compensación por el daño sufrido. 

Para pensarlo…

David Alejandro Maco Cano

 

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